viernes, 18 de octubre de 2013

Australia sufre los peores incendios forestales de la última década

La zona afectada tiene un perímetro de 400 kilómetros, centenares de casas han sido calcinadas y una persona ha fallecido.
Los bomberos en Australia luchan contra un centenar de incendios que arden en el
Estado de Nueva Gales del Sur, en la peor oleada de fuegos en una década. El desastre ecológico ya ha causado un muerto y ha arrasado decenas de casas. Los incendios no dan señales de amainar ya que las llamas siguen expandiéndose a pesar de que la jornada se presenta más fría y húmeda que ayer, cuando la temperatura superó los 34 grados y soplaron vientos de hasta 90 kilómetros por hora.
Los siete principales incendios han quemado hasta el momento 50.000 de las 88.200 hectáreas destruidas en total por los fuegos, cuyo perímetro alcanza los 400 kilómetros, según el comisionado estatal de los bomberos. Entre las áreas donde hay mayor preocupación están la Costa Central y la región de Hunter, situada a más de 90 kilómetros al norte de Sídney, además de Springwood, donde se ha reavivado el fuego, y otras localidades de las Montañas Azules.
Las primeras cifras del Consejo de Aseguradoras de Australia sitúan los daños en unos 29 millones de dólares (21,1 millones de euros), una cantidad que se prevé que aumente en las próximos días. La actual crisis se compara a los incendios denominados "Navidad Negra", que comenzaron el 25 de diciembre de 2001 y duraron unas tres semanas, arrasando unos 3.000 kilómetros cuadrados de terrenos en Nueva Gales del Sur y unas 121 viviendas.
El fuego en esta zona del este de Australia aún está "muy activo, muy dinámico y muy peligroso", según el comisionado del Servicio Rural de Bomberos, Shane Fitzsimmons. Un hombre de 63 años murió en la víspera cuando intentaba combatir el fuego cerca de su vivienda en Lake Munmorah, a 124 kilómetros al norte de Sídney, según dijo a la cadena local ABC el jefe del Gobierno estatal, Barry O'Farrell.
Hasta ahora esta es la única víctima mortal a causa del fuego confirmada por las autoridades que, no obstante, alertaron que la cifra podría aumentar en las próximas horas. "Creemos que contaremos en cientos en lo que se refiere a viviendas, edificios e infraestructuras. Pero no podemos ignorar la realidad de que se hallen personas dentro de esas casas que no han sido destruidas", dijo Fitzsimmons en una rueda de prensa en la que se le vio visiblemente afectado.
Las autoridades creen que la cifra de viviendas afectadas puede ascender a unas doscientas, de las cuales una treintena quedaron calcinadas ayer en la localidad de Springwood, en la zona turística de las Montañas Azules. Solo en esta zona las autoridades confirmaron anoche que 81 casas han quedado destruidas y otras 37 han sufrido daños.
En la localidad costera de Catherine Hill Bay, a unos 100 kilómetros al norte de Sídney, las llamas han calcinado el muelle y cuatro viviendas, dijo hoy la alcaldesa de Lake Macquarie, Jodie Harrison, a la cadena local ABC. El primer ministro australiano, el conservador Tony Abbott, ha agradecido el trabajo de los bomberos, dos de los cuales han tenido que ser hospitalizados por quemaduras.
"Solo quiero expresar nuestro pesar en nombre de la gente y del Parlamento de Australia por la angustia por la que están pasando centenares de personas en Nueva Gales del Sur, pero también lo orgullosos que estamos de los miles de voluntarios y bomberos profesionales", dijo Abbott. Unos 2.000 bomberos trabajan con 368 vehículos y 82 aviones en las tareas de extinción y ante los pronósticos sobre un recrudecimiento de las condiciones meteorológicas a partir del domingo y el lunes.
A pesar de la llegada de refuerzos de otras partes del país, las autoridades prevén que gran parte de los incendios, una treintena de los cuales arde actualmente sin control, sigan activos durante varios días o incluso semanas. Las autoridades de Nueva Gales del Sur también advirtieron de que las condiciones impiden que los miles de personas que fueron evacuadas ayer puedan retornar a sus hogares para evaluar los daños. Fuente: El País

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